– Veo que aquí hay una venta interesante -dijo el mozo de espuelas mientras repasaba la guía gastronómica del más famoso fabricante de ruedas de carro del reino. – Y está cerca: Buen vino, excelentes guisados y cocidos… es la venta Paco Meralgo.

– Pues vamos allá, pa comer algo – resolvió el rey Adolfo X “El Tripero”.

La comitiva real llegó a la venta, donde Paco, el ventero, recibió al monarca con un vasito de buen tinto.

– Sed bienvenido, Majestad. Tomad este vinito pa hacer asiento.

Como el viento levantaba mucho polvo y las moscas estaban muy pesadas, Paco tapó el vaso con una rodaza de chorizo.

– ¿ Y eso? – preguntó el rey.

– Es la tapa – respondió satisfecho el mesonero.

Adolfo X “El Tripero” se tomó el vino de un trago y seguidamente, se zampó la rodaja de chorizo.

-¡Qué vino! ¡Qué choricito!

Y antes de que Paco se retirara, el rey exclamó: – ¡Paco! ¡Otro vinito! ¡Pero con tapa! ¿Eh?

A partir de aquél momento una orden real de obligado cumplimiento instaba a todas las ventas del reino servir los vinitos con tapa a todos aquellos que entraran, ya fuera pa beber algo… O pa comer algo.